viernes, 16 de octubre de 2009

LUCERO DEL NORTE

De tus suspiros postreros
surgió el cálido viento,
sopló tus gélidos huesos
fijando un novel aliento.

Del ocaso ya dispuesto
se desgranó raro brillo,
murmullos que afloraron
tus sonrisas de chiquillo.

Te percibo cual lucero
que une el horizonte
estás siempre presente
encima de ese monte.

Eres del cielo del norte,
comarca de las nieblas.
Allí no expiran los días
ni subsisten las tinieblas.

No entiendes de fatigas
estrella de mi suerte,
en el sitio donde vives
no existe ya la muerte.

Sonidos de campanas,
ciprés del firmamento.
Se cierran tus ventanas,
se excita mi tormento.

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