entre el polvo del camino,
que te quedas en mi puerta,
humillado, soportando el frío.
Que hay rachas de hastío
que entumecen tus huesos,
afeitan y calan tus sesos,
armazones de mi olvido.
Te divorciaste del valor,
te ahoga el horror del momento,
las garras de mi euforia,
aruñan tu entendimiento.
Como si la borrasca borrara
el mundo mágico de tus sueños,
y al valle de la muerte enviara,
tu falso arrepentimiento.
Sé que perdiste la llave
que hay fango en tu recorrido,
no quieres dar marcha atrás,
prefieres morirte de frío.
Yo te arrinconaré allí,
en el asilo del silencio,
entre vetustos blancos
manchas y arrugas del tiempo,
con el último suspiro de arrojo
que atesoraba, aquí dentro.
Te regalo una llave para que entres. Precioso poema, un abrazo.
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