me
convertí en gata solitaria
y
me dejé embarazar por tus deseos,
desesperada, intentando
salvar
a
toda costa el alma.
Cuándo esa cita clandestina
me
hizo salir del escondite,
arrastrando
el cordón umbilical y la placenta
con
la vagina dilatada
cubierta
aún de sangre,
sujeta
a los pernos de la almohada
acariciando
la entrepierna del desmadre.
Y
esa noche,
al
llegar el rápido nocturno
con
sus pasos sigilosos adorados,
olvidándome
del dolor de los entuertos
y
del brillante rojo de los prados,
viajé
anestesiada hasta tu mundo
en
el silencio por mi llanto creado.
Volé
de Paris a Barcelona
sintiendo
la libertad de la paloma,
en
un paseo libertino
directo
hasta tu sombra.
Excelente poema lleno de sentimiento.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gabriel M.