jueves, 17 de enero de 2013

DESTINO


Hay una mugrienta mujer semidesnuda
en el imperturbable muro del destierro,
deslizándose vertiginosamente en la basura
lanzando gemidos y  un  sollozo casi  eterno.

Fragmentos de lluvia  que se funden en su alma
ríos de negro  rímel en su rostro desfigurado
andrajos de amor que se adhieren a su drama
pupilas llenas de  un  pretérito  dorado.

Presa por la angustia, ella  viene a mi memoria
bailando en círculos,  acariciando a la demencia
desgajándose los sucios harapos en la sombra
o talvez en raudo vuelo,  en pos de su existencia.

Alguna vez la soñé,  sin el yugo del desaliento,
perfumada, con un cuadrángulo de lino en su cabeza
con largas trenzas, esferas de color muy intenso
usando un espejo de bronce pulido, cual princesa.

Con los pies desnudos, haciendo órbitas en el suelo
con rosetas rutilantes cubriéndole  los senos
girando sin césar las perlas coloridas de su pelo
haciendo música con las conchas marinas de su atuendo.

Imagino, el sonsonete de su andar, casi  genésico
el  ropaje  ajustado a su piel,  sus  espléndidas  caderas
que despiertan  las pasiones del efebo primogénito
esparciendo melodías voluptuosas con sus piernas.

Debió ser una diosa, una diva o quizás alguna reina
pero su vida se perdió en la pútrida muralla del lamento,
hoy sólo expulsa  chillidos  y sollozos como bestia
y serpentea en los umbrales siniestros  del infierno.

3 comentarios:

  1. ¡Qué fuerza tienen tus versos, poetisa! Una alegría que los compartas.
    Te dejo un enorme abrazo :)

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  2. Es un placer leerte Mimi, tiene fuerza a raudales, un beso grande.

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