Ah, que momentos aquellos, Ernesto,
época de una hermosa adolescencia
el alma abarrotada de inocencia
y en los rostros, el más hermoso gesto.
Sonrío, al recordar las tonterías
travesuras ingenuas de chiquillos,
creando en la cabeza mil castillos,
haciendo del amor la fantasía.
Recuerdas, cuando andaba enamorada,
de aquel muchacho de cabello cano,
que ustedes lo apodaban "El anciano"
é iniciaron de pronto una algarada.
Sintieron perder a la compañera,
la alejaba del grupo, del rebaño,
no podían permitir que un extraño,
les robara su amor de esa manera.
Con estacas y piedras en las manos,
iban los tres amigos más celosos,
sintiéndose guerreros valerosos,
furiosos como grandes espartanos.
Llegaron al lugar de la contienda,
la amiga estaba en brazos del contrario,
harían lo que fuera necesario,
para llevarla de vuelta a su tienda.
Ayy amigo, cuán poco comprendía,
que diferentes son los sentimientos,
la amistad no se cambia por momentos,
es diamante que no tiene cuantía.
Cada día que pasa lo haces mejor dulce Mimi, es un placer leerte. Los tiempos pasados se pueden repetir, lo sabes. Un abrazo inmenso.
ResponderEliminarSiempre ha sido y es una maravilla deleitarme con tus versos.
ResponderEliminarMe encantó.
Muchos besos, querida amiga.